Permanece fiel…
Permanece fiel…

Permanece fiel…

A lo largo de los años escuché muchas veces la canción,  una de mis preferidas. Y siempre me quedaba dando vueltas esa frase…»Tú, que permaneces fiel».

Permanencia y fidelidad  no están tan separadas en compartimentos estancos como nos gusta creer,  sino que como todo en el Universo se mueven en perfecta unidad y equilibrio.
Caminamos hacia el día del amor y la amistad en febrero y vamos a aprovechar para seguir ahondando sobre cualidades inherentes al amor, para que podamos tomar resoluciones reales de avance y crecimiento en el área.

La canción de la que hablo está dirigida a Dios,  y ello me llevó a meditar sobre el hecho cierto de que si permanencia y fidelidad van juntas, y si ellas son cualidades de Dios, lo son también del amor (porque Dios es amor 1 de Juan 4.8). Y como ciertamente fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios; y El nos soñó, predestinó y formó  sin que faltara en nosotros ninguna cosa (Efesios 1, Salmos  139)  podemos deducir lógicamente, que Dios colocó en nosotros amor, permanencia y fidelidad.
Pero, por nuestra naturaleza caída, tales valores no han venido con nosotros sino que  son algo que debemos conquistar y aprehender, como parte de esta escuela de vida para la eternidad que es la existencia humana.
La forma  también caída que toman nuestras relaciones con otros debido a nuestro origen y vivencias en un mundo imperfecto, suele volvernos  entonces abandonadores,  desarraigados, desconfiados e infieles.

Como la ternura y la integridad relacional, el permanecer y ser fiel son cosas  en las que podemos trabajar recién al final de un proceso de  restauración. Porque la primera parte es para nosotros mismos, es una fase egoísta si se quiere. Y luego recién estamos preparados para volver a pensar en cosas como  «extender, dar, amar…»
Cuando el tiempo de reconciliarnos con Dios y con nosotros mismos ha sido superado, podemos recién abrir las cortinas y mirar afuera, y anhelar extendernos como se extiende nuestra mirada de nuevo a la luz de un nuevo día.
Sin embargo  como ya habrán visto, pongo a la par las herramientas para el comienzo de la crisis más intensa, para un viaje al pasado o para el fin de un proceso. Porque cada ser humano es único y su historia de vida también lo es. Cada persona tiene sus tiempos.  A veces podemos implementar varias cosas a la vez -y en esto  creo que el término “permanencia” es crucial- mientras vamos creciendo por otras.

Mi historia demuestra una vez más que yo no fui ninguna excepción a las reglas oscuras de este mundo caído que menciono.  Y como aliciente de lo que se puede lograr  te va algo personal.
En algún punto de mi juventud  me convertí en alguien que en los próximos años y relaciones sembré lo mismo que recibí: abandono. No estoy vertiendo culpas en otros. Fue mi responsabilidad, no supe entender en aquella época que podemos decidir no ser una consecuencia más de nuestro pasado.  Siempre hay dos caminos en cada cruce de la vida, y yo no tomé el correcto. Usé a personas para dejarlas  luego en una suerte de venganza que no entendía, pero igual practiqué. Me desarraigué de mi familia, de mis estudios luego, deseaba irme del país.  En nada permanecí.

Dice la Biblia que quien turba su casa heredará el viento.  Y quien siembra vientos, cosecha tempestades.  Cuando finalmente me casé y el abuso se hizo una diaria forma, hubo una espiral atrapante de abandono de todo. Cambiábamos permanentemente de casa, del lugar de la empresa, de iglesia. Amigos y familia extendida fueron apartados. ..
A veces me sentía haber naufragado en una isla lejana, donde me había aislado de todo.  Mi primera siembra había contaminado todo a mi alrededor.

Cuando me separé dije basta.  Y empecé a sembrar otra cosa. Me dije que si yo no llegaba a ver el fruto, mis generaciones si lo verían. Y una nueva historia comenzó  con otros valores, que con los años se hicieron notables para otros, como que sigo alquilando la misma casa hace doce  años, es tan inédito eso aquí que nos toman de ejemplo. Seis contratos pagados, la casa mantenida, tremendo logro personal para alguien con mis antecedentes…

Que los vecinos nos saluden.  Dejarnos conocer. Esforzarse por tener una presencia constante en el ámbito laboral. Persistir en la misma iglesia.  Reconciliarme con mis raíces y pasado.  Permanecer.  Arraigarse.
Volver a mi pueblo natal, restablecer mi relación con mi madre, cuidarla en el último trayecto de su vida, estar con mis hijos aun ahora que se han casado y tienen sus vidas.  Tratar de  estar presente con los amigos, tratar de estar en la necesidad.
Decir “aquí estoy” en los juicios y deudas y ser fiel en pagar de a poquito lo que se podía…

Si vamos a ser sinceros,  permanecer es un tremendo trabajo, y la fidelidad exige otro.  Es tan fácil irse cuando no me gusta el tema, o la situación…. Es tan fácil volver la espalda…. Y yo estaba tan acostumbrada a hacerlo…
Comenzar de nuevo es un anhelo lícito, pero huir para lograrlo no.  Entiendo y acepto situaciones tales como las de Abraham y el mandato de Dios de ir a otro lado y dejar atrás todo,  también cuando irse significa cortar con situaciones enfermas  ó para crecer, pero ese no es el punto que aquí tratamos.  Yo volví a comenzar en el mismo lugar, pensé tanto en las historias de soldados que mi padre contaba…,y no volví la espalda, me expuse a la  metralla.   Y por favor no  pienses que fue un acto de valor tremendo. Fue una necesidad de suma urgencia, que cualquiera podría imitar si solo decide que hoy es buen tiempo para intentarlo.

Permitirse echar raices fue otro tema complicado para mí, y no tiene que ver necesariamente con algo físico. Me gusta viajar y suelo hacerlo por mis ocupaciones, no tiene que ver con estar fisicamente en un mundo hipercomunicado, sino en abrirse a estar. El proceso de enraizamiento es lento, de suma paciencia y de total importancia para la futura planta. Sin fundamentos, nada somos. Los árboles de raiz débil son arrancados en las tormentas.

Quedarse en Argentina, quedarse en la misma ciudad donde naufragué,  volver a restablecer las relaciones con mis amigos, con la familia fue una lucha de titanes por una siembra que encontró no poca oposición. Pero el hoy me dice, que hice lo correcto.  Mis generaciones han aprendido a crecer bajo el amparo de la fidelidad de Dios y saben permanecer a pesar de los problemas lógicos de la vida.

Ahora, hemos hablado mucho de renuncia, de dejar ir lo que quiere irse, de no capturar el amor, de no tolerar cosas como el abuso y tal vez te preguntes dónde está el balance entre permanecer e irse o dejar ir.  Bueno, un amigo me dijo por ahí que cuando ya crees que no puedes más, des algo más.  Haz un último intento. Entrega la milla extra.  No dejes ir tan fácil lo que no debe irse.  Hay momentos para irse o soltar que son urgentes. Si hay maltrato, o la relación está seriamente enferma, no se debe permanecer en ella al menos hasta que se solucione lo enfermo.  Pero si no hay circunstancias irreconciliables, se puede seguir luchando, aun desde afuera por lo que se quiere. Dónde están los tiempos de las guerras mundiales  de mis padres y mis abuelos, tiempos de perder la familia, los amigos  el amor y buscarlos por cielo y tierra en esperanza contra esperanza. La guerra nos legó tales historias de fidelidad, que conmueven y alientan a imitar.

Hay gente que quiere irse de nuestras vidas y no podemos atarlas, pero algunos se van porque no hacemos el esfuerzo de retenerlos.  Yo no adhiero a la filosofía  que tanto escucho: “si no te gusta andate”. Yo soy de las que piensan que los problemas de una relación no deben condicionar la continuidad de la relación ni nuestro compromiso con ella.  Si en cada problema a tratar ponemos la relación en juego con nuestros “entonces me voy” no hacemos más que evidenciar ese abandono interior no resuelto que nos volvió unos abandonadores profesionales.  La Biblia dice que todo tiene su tiempo, hay tiempos de luchar por algo, y también hay tiempos de reconocer que hemos perdido. Hay situaciones por las que vale luchar, y otras que no lo merecen. Pero toda persona, con todos sus errores posibles, merece nuestro mejor esfuerzo siempre, merece nuestra mejor calidad de amor demostrado aun frente a la traición.

Por la ley de la plataforma opuesta, desde hoy, si te abandonan, tú no lo hagas. Siembra permanencia para que un día la coseches también. Si alguien te es infiel, no le pagues con la misma moneda, cultiva la fidelidad. Si te traicionan, sigue manteniendo en alto los valores y el compromiso con el respeto y la integridad. Honra a la gente y a Dios en la gente practicando la difícil tarea de permanecer y ser fiel.

Y por sobre todo, sé fiel a Dios, y se fiel a tu corazón. He visto demasiadas personas que como dice una película por ahí son “donantes vivos de corazón” andan y parece que viven, pero en nada de lo que hacen ponen el corazón, tal vez porque un día lo dejaron en algún lugar y olvidaron volver a buscarlo. Un corazón correcto, sangrante y vivo, te dirá cada día ciertas cosas que deberías escuchar, y te dirá otras, que por permanecer en él deberían permanecer en tus acciones también.

Para que puedas implementar esto, erradica la culpa antes. Yo sé por haberlo vivido que muchas veces no permanecí por mi propia culpa, por la vergüenza de dar la cara otra vez. Todos nosotros fallamos,  y a menos que no seas humano, ninguno es ajeno a esa ley. Todos hacemos algo malo en algún punto. Todos estamos en un proceso. Lo importante no es lo que pasó ayer, sino lo que hoy puedo hacer con eso.  En vez de darle vueltas al pasado y seguir cargando su peso esteril, mejor hoy, decido permanecer y hacer una de esas cosas por alguien, a las que no estaba acostumbrada.

Jesús hizo muchas millas extras por todos nosotros – sin que mereciéramos una sola por cierto- nosotros podemos hacer una más, por esa persona que crees que ya no cambiará, por esa relación que se tambalea, por ese sueño sobre el que ya ni tenemos esperanza, .  Las personas no son descartables, trátalas como a la eternidad que Dios ha puesto en ellas. Siempre hay tiempo para entender el “no va más” generalmente la muerte de algo se anuncia sola, no necesita ayuda, pero mientras tanto, podemos seguir decidiendo estar, y también podemos decidir empezar a estar, donde no hemos estado antes.  No mires el ayer, hoy es todo con lo que contamos.

Dios bendiga cada esfuerzo sincero que hagas por un día mejor para todos, y te permita sembrar lo correcto para cosechar lo esperado.

Imagen: Vivir en el paraiso, Austria / Vía: www.bancodeimagenesgratuitas.com

2 comentarios

  1. Siempre busco ávidamente en mi correo tus publicaciones Edith…. las busco con hambre de «alimento nutritivo»… y al hallarlas, las leo… las medito… y me quedan en el corazón…. Dios te bendiga por siempre Edith… que maravillosos escritos para el «alma sedienta»… la Providencia de Dios es perfecta! y todas tus experiencias pasadas, te han convertido en «el instrumento perfecto», para reparar corazones rotos… almas incrédulas… amarguras del alma… para sanar… tus publicaciones son medicina… que bello es Dios y Su amadissimo Hijo Jesucristo… por Su amor… por Su Espiritu Santo…. por Su permanencia… y por Su Fidelidad para con todos los que le buscan…. Gloria a Dios!!! Aleluya!!! amén y amén!!!

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