Invisible
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-¡Es que me  molesta  que me traten como si yo no existiera!

Días  atrás mis propias palabras dichas a un amigo  me llevaron a recordar el vídeo que  está al pie de la reflexión. Y me llevaron a pensar que aunque es doloroso  ser tratados como  invisibles; la base sobre la que cimentamos nuestra estima personal no puede estar en ello.

El no ser considerado, visto ni recordado  está íntimamente ligado a la sensación del rechazo e influye directamente en lo que pensamos de nosotros mismos.  El valor  que nos damos estará relacionado entonces a la fuente de engaño o verdad  del paradigma (o base) con el que medimos nuestro valor.
El mundo nos ha enseñado  el gran engaño de creer que somos  por lo que hacemos. Ssi hacemos mucho  y sobresalimos mucho…¡somos  mucho!.  Pero si somos anónimos, no sobresalimos y tampoco producimos demasiado; no existimos.

En este punto es que volvemos al hecho de que tenemos dos identidades y dos escalas posibles para medir valores personales. Una dada por un mundo competitivo donde nuestro ego debe crecer, sobresalir y figurar para valer. Y alejada de esto  está la identidad de ser hijos de Dios  con un valor perfecto y amoroso que solo puede ser descubierto en Cristo, mediante Él.  Esto nos enseñó Juan: que fuimos creados por Él y para Él; por tanto nuestra identidad real está en Él.

¿Otro ADN  adquirible espiritualmente? ¿ Otra identidad? ¿Otro valor?.
Sí.

La gente que Dios ha usado y seleccionado a lo largo de la historia fueron miles de «héroes» anónimos. Que en su mayoría pagaron en silencio las penurias de seguir a Cristo y andar bajo Su Luz.  Gente que ha aprendido a morir a sí mismos para que lo perfecto pueda pasar por lo imperfecto. Solo canales. Transportadores de Su Gracia, amor y perdón.
Es solo en ese punto dónde  nuestro orgullo puede situarse en el lugar correcto, no el de querer sobresalir,  sino el de estar orgulloso ¡de no figurar!.

Que extraño esto de morir para dar fruto… Que extraño desaparecer para que Dios se muestre en nosotros. Pero así es Dios, que hace «Su obra, Su extraña obra, Su operación, Su extraña operación» (Isaías 28.21)
Cuando yo inicié este trabajo, nadie le dio valor a lo que hacia por años. Pero yo creí en lo que Dios depositó en mí. Me capacité y rechacé muchas tareas donde podría haber sobresalido y ser una persona visible, para elegir una labor a la que sentí que Dios mismo me llamaba: trabajar anonimamente con miles de personas también anónimas. Llevando esperanza, herramientas y aliento para seguir.  Hoy no deseo que se me quite mi bajo perfil. Y me ocupo conscientemente de ahogar mis propios brotes de querer sobresalir..

Diariamente la gente llega a mí  gritando en sus palabras «Nos sentimos sin valor, invisibles»…
Hubo un tiempo, donde yo  estuve así. Lo sé. Lo viví. Hubo un momento cuando mi matrimonio terminó,  dónde yo me encontré separada de todo y todos. No había valor en mí y no podía encontrarlo tampoco.  Fue mi tiempo del valle de las sombras, que como todos sabemos se cruza solo. Como parte del plan de restauración iba a sanar y sacar a luz mi pasado y esto es lo que veía:  Una vida de fracasos,  violencia, muerte, enfermedad y deudas  astronómicas.  Mi juventud se había ido. Estaba severamente enferma. Todo se había vendido . Mis relaciones interpersonales habían sido cortadas. Tres de mis hijos ya no estaban y los tres que quedaban eran solo unos adolescentes asustados y destruidos. No había terminado mi carrera. Los hombres de mi vida, aquellos donde busqué y busqué el amor real me habían abandonado a mi suerte. No terminé con mi vida porque temía más a Dios y Su ira que al desastre que era mi vida.

Vista desde un análisis frío, yo no tenía ninguna posibilidad de volver mi vida hacia algo bueno, cero posibilidad de éxito.
Entonces, a la fuerza, como una urgente e impostergable opción de vida o muerte, decidí apropiarme de mi identidad en Cristo.  Y aprendí a morir a toda esa identidad fallada  para tomar la que el Señor me ofrecía. Y dejando todas las heridas que las fallas y la deslealtad humana me ofrecieron, corrí al abrazo del Padre.

En El, me encontré. Encontré mi nombre, mi identidad, mi valor.
Estamos seguros en los brazos eternamente amorosos de Dios. El nunca nos fallará.  Desde ese lugar  no importa nuestro anonimato, nos sabemos amados por siempre.

Sé que es complicado entender esto de las dos identidades, pero mi historia dice que se puede.
Se puede ser un contra-la-corriente de este mundo que te dice que practicando el positivismo, el control mental, sobresaliendo y alcanzando tus metas, eres alguien.  Yo probé todo eso, y mis escasos minutos de gloria no me ayudaron en como pensar bien de mi misma y de mi historia. Tampoco veo que hayan ayudado mucho a miles cuyas vidas destrozadas no soportan el más mínimo positivismo.

La Gracia de Dios es experta en tomar vasos de barro y convertirlos en vasos de honra. Vidas sin valor cambiadas en vidas con propósito.  Vidas saludablemente…¡invisibles!

«Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y Yo te amé; daré pues hombres por tí y naciones por tu vida. No temas, porque Yo estoy contigo»  Isaias 43

Texto: Edith Gero

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Un comentario

  1. lilian

    hermoso el video, cuantas veces me pasa que cansada de correr para un lado y otro, con tramites, tener la comida a tiempo, que aveces no llego, los papales, el banco, cola para pagar y de pronto llegar a mi casa, y una prenda que no alcancé a lavar, es motivo de discordia y enfados….y yo me pregunto: no ven todo lo que hago? nadie se da cuenta de todo lo que hago? hoy El Señor me ha hablado a través de uds. Él si lo ve, todo lo ve. así que me voy a proponer hacer las cosas de la mejor manera, porque se que mi Papá Celestial lo ve..-
    gracias por compartir este video, y compartir parte de tus vivencias Edith.- gracias!!!! no puedo evitar que se humedezcan los ojos, pero es bueno!!!!, bendiciones

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