Buscando esperanza
Buscando esperanza

Buscando esperanza

En el plácido atardecer de otoño mi alma estaba más pegada a las nubes oscuras  que a los rayos de sol jugando entre la incipiente tormenta.  Hay días complicados y otros tan difíciles que el agobio cala hasta la médula, el mío era del segundo tipo.

Cuando las tormentas parecen no tener fin y la lluvia pasa de bendición a inundación -y lo mismo pasa en el alma- cuesta encontrar un punto de anclaje para la esperanza.  Como tratar de clavar (justamente) un mojón en terreno inundado,  el suelo no puede retenerlo en pie.

Salí al jardín -normalmente sólo hacerlo me trae descanso interno-, el verde me conecta al cielo, el cielo me conecta al Creador… pero esa tarde costaba encontrar significado.

Miré alrededor sin lograr saciarme de esperanza, el gris dominaba… y entonces oí. El pequeño y aislado sonido empezó a magnificarse trayendo en un ramalazo mil recuerdos de una infancia dorada y un tiempo feliz. Recién entonces, al reconocer el canto,  mi alma empezó a salir del agrisado letargo: una calandria visitaba mi jardín.

Levanté los ojos con una nueva consciencia despierta y activa, y fue de pronto como si todo el paisaje hubiera cambiado: vi cada uno de los claroscuros  del sol jugando con las nubes, había encontrado un sentido para la esperanza: no importa cuánto dure la tormenta el sol siempre volverá.

“Sólo en Dios halla descanso mi alma, de él viene mi esperanza”. Salmos 62:5

Texto: Edith Gero

Imagen: Once upon a time by Aliertrk/vía www.bancodeimagenesgratis.com

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