«De vez en cuando es saludable poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se dieron como seguras.» B. Russell.
En el «día nacional de la memoria” Argentina parece seguir latiendo al ritmo de las bombas y desapariciones de la época del proceso. Las más de tres décadas transcurridas no han logrado opacar una herida que se ve abierta y perpetuamente sangrante. Más que conquistar libertades con verdades parecemos conquistar prisiones en nombre de tal memoria. No podemos ver la luz ni una mínima unidad coherente porque seguimos presos de los años oscuros, divididos por un dolor con el que ya median en muchos casos dos generaciones.
Presos en nombre de la memoria.
No es que yo no recuerde, ni que no me haya dolido. Yo también estuve allí temblando en las noches cuando sonaba el toque de queda y los autos verdes aparecían para llevarse a quienes amábamos. Pero si queremos seguir adelante de una manera sana, recuperar la memoria es otra cosa que seguir atados a un anhelo de venganza más que de justicia. Como tampoco es escarbar vez tras vez en lo que sólo ofrece un dolor incambiable.
Los judíos guardaron su herida abierta llamada holocausto y en nombre de esa memoria persiguieron despiadamente a cada nazi. Los cazaron sin tregua.Y en nombre de la memoria construyeron memorias más sórdidas que las primeras. Y luego está el caso de Juan X (similar al resto del mundo), un día la mujer que amaba lo traicionó y él decidió cerrarse al amor, desde entonces trató a cada mujer de una manera fría desquitándose en cada una del rencor de ayer. O tenemos a Ana X, que culpa a su madre ausente y su padre violento por su adicción de hoy.
En nombre de la memoria. Cargados con pesos muertos que nos imposibilitan vivir el hoy en plenitud.
Muchos venimos de una tumba, o de una guerra externa o personal; yo vengo de ambas. Y a veces esas memorias han permanecido vivas en nosotros condicionándonos. Herederos de muertes viejas andamos más muertos que la muerte que negamos. Porque quien se resiste al amor, a la sanidad, a la libertad está muerto en algún rincón. Nunca dejamos las tumbas atrás. Nacimos para honrar la vida pero vivimos cargando nuestras viejas muertes porque no tratamos bién con la memoria.
Sin embargo cada día es una decisión posible por algo diferente. Puedes empezar ahora, no es tarde.
Anhelo que en esta Pascua puedas experimentar en tu vida el poder de la resurrección dejando atrás las tumbas.
Y que nuestras memorias guardadas sean desde hoy, estas: El brillo del sol jugando en las hojas de otoño, el arrullo de las olas, la sonrisa de los niños, el amor de Dios rescatándonos de nuestros hoyos, las joyas que emergen en los gestos de las personas que amamos, un libro que nos gustó tanto que se resbaló de la cama cuando nos quedamos dormidos, el milagro diario de la vida, la hermosa mano encallecida de trabajo del anciano, la increible oportunidad de ser agradecido por cada momento, el frío del invierno que nos lleva a cultivar la familia.
Hemos hablado extensamente de tratar con el pasado. Es tiempo de dejarle lugar a la buena memoria, la de colores y luces. La memoria de la vida que siempre nos invita a jugar de nuevo. Vé, corre liviano tras ella como un globo. Naciste para la vida.
«Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza». Jeremias 29.11
Texto; Edith Gero
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