Mil y una Bahías.
Mil y una Bahías.

Mil y una Bahías.

El  expreso diferencial  bordea el lago en una noche helada.  La luna se alarga en plateados reflejos sobre el agua.

Vuelvo a la ciudad con  las retinas del alma plenas de belleza, para abastecerme  en  la dureza  cotidiana.

Dios es maravillos , Su Creación es tan sabia y majestuosa como bella.

Mientras miro pasar las aguas donde se descuelga la montaña, pienso en tantas diferentes  bahías que vi este fin de semana. Y en las mil bahías que podemos elegir para fondear, o para ser.

Hay bahías tranquilas y amplias, son majestuosas pero no exentas de calma. A veces son tan amplias que tienen cara a ambos vientos, y por tanto, generalmente en una orilla hay olas y en la otra quietud. Son bahías generosas.

Hay otras que se abren en la desembocadura de los ríos y arroyos efluentes, hay mucha riqueza de pesca allí, pero las corrientes encontradas suelen ser peligrosas. No aptas para nadar  igual están pletóricas de vida.

Están las bahías duras, que dan directamente al sur. El agua es tan agresiva  en ellas que en noches de tormenta levanta olas inmensas que braman y asustan . Las bahía suelen formarse en esa costa entre dos acantilados  de roca o arcilla que el agua socava en su furia. Son lugares dificiles

Ví una bahía pequeña, adorable, debajo de un compleo hotelero desierto en el invierno. El agua estaba tan quieta que parecía un espejo.  El aleteo de los patos y aves acuáticas se escuchaba desde lejos, y cada movimiento dibujaba ondas en la superficie de plata.  Los arboles inclinaban perezosos sus ramas hacia ella, seguros de encontrar su subsistencia en tan amable vecindad.

Como personas podemos elegir que tipo de bahía ser, y que tipo de agua.

Una bahía contiene, el agua se extiende para saciar necesidad.

Podemos ser bahías generosas donde los barcos se quedan cuando y cuanto quieren. Podemos ser bahías restringidas, de insuficiente calado para los barcos, son solo para admirarlas.

Podemos elegir ser duros, y limitar a todos los que lleguen a nuestras aguas, o ponerles límites imprevistos y encerrarlos aprovechando su necesidad.

Podemos ser una bahía amable aún en plena cara sur, y ser un sitio de refugio cuando las olas amenazan los barcos.

También podemos decidir que tipo de agua contenemos. Olas agresivas que rompen y rompen desgastando todo, aguas demasiado quietas donde las indeseables algas proliferan, o aguas calmas pero enérgicas que saben alimentar sin desgastar y que lamen las playas sin romperlas.

Levanta tus ojos al cielo, tu final morada, y clama por ser , exactamente lo que debes ser. Aliento para unos, refugio para otros, valores para el que no tiene, una mano extendida, el respeto siempre presente. Dando y no buscando. Extendiéndose no invadiendo.

Jesús es mi Bahía, a El rindo honor inclinándome  cada mañana hacia Su agua de vida de la que depende mi subsistencia. El es mi ejemplo de lo que quisiera  transmitir a otros, y reproducir en  mil y una bahías de esperanza.

por Edith

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