Una pequeña niña fue a su habitación y sacó un frasco con monedas que estaba escondido en su clóset. Esparció su contenido en el suelo y contó con cuidado; tres veces incluso. El total fue contado a la perfección. No había cabida a errores. Con cuidado regresó las monedas al frasco y cerrando la tapa, ella salió sigilosamente por al puerta trasera y caminó seis cuadras hasta la farma

La niña esperó pacientemente a que el farmaceútico le prestara atención, pero estaba muy ocupado por el momento. Ella movió sus pies para que rechinaran sus zapatos. nada. Se aclaró la garganta lo más fuerte que pudo. No sirvió de nada. Finalmente tomó 25 centavos del frasco y tocó el mostrador de cristal. ¡Con eso fue suficiente!
– ¿Y qué es lo que quieres?- le preguntó el farmaceútico con tono de disgusto en la voz. Estoy hablando con mi hermano que viene de Chicago y no lo he visto en años – le dijo el farmaceútico.
– Bueno, quiero hablarle acerca de mi hermano – le contestó la niña con el mismo tono de impaciencia – «El está realmente muy, muy enfermo… y quiero comprar un milagro»
– ¿Perdón?, dijo el farmaceútico.
– Su nombre es Andrés y algo malo ha estado creciendo en su cabeza y mi papi dice que sólo un milagro puede salvarlo. Ahora dime, ¿Cuánto cuesta un milagro?
– Nosotros no vendemos milagros aquí, niña. Lo siento pero no puedo ayudarte – dijo el farmaceútico, con voz suave.
– Oye, tengo dinero para pagarlo. si no es suficiente, conseguiré lo que falte. Sólo dime cuánto cuesta.
El hermano del farmaceútico que era un hombre muy bien vestido, intervino y le preguntó a la niñita.
– ¿Qué clase de milagro necesita tu hermano?
– No sé – replicó Tere, con los ojos muy abiertos – Yo sólo se que está muy enfermo y necesita una operación pero mi papi no puede pagarla; por eso quiero usar mi dinero.
– ¿Cuánto tienes?, le preguntó el hombre de Chicago.
– Un dólar con once centavos – contestó la niña en tono apenas audible – Ese es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si es necesario.
– Bueno, que coincidencia – sonrió el hombre – Un dólar y once centavos, el precio exacto de un milagro para los hermanitos.
El tomó el dinero en una mano y con la otra sostuvo la manita enguantada de la niña y dijo:
– Llévame a donde vives, quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres; veamos si tengo el milagro que necesitas.
Ese hombre bien vestido era el Doctor Carlton Armstrong, un cirujano especializado en neuro-cirugía.
La operación fue completamente gratis y sin cargo alguno por su estancia en el hospital, hasta que el hermanito regresó sano a su casa. Mami y papi comentaron felices la cadena de eventos que llevó a todo esto.
– Esa cirugía – susurraba su madre, fue un verdadero milagro – Ya me imagino cuánto podría costar.
– La niña sonrió. Ella sabía exactamente cuánto cuesta un milagro: un dólar con once centavos…más la fe de una chiquilla.
«En nuestras vidas nunca sabemos cuántos milagros vamos a necesitar».
«Un milagro no es la suspensión de una ley natural sino la implementación de una ley superior».
el precio de invertir en una vida, no se puede contar? alguien me invito este fin de semana a vivir un retiro, y gracias a eso se dio el milagro en mi, pues abri mi corazon y recibi a DIOS en verdad se decirte que al igual que esa niña , yo no tenia dinero pero alguien invirtio en mi vida y hoy se decirte que los milagros existen cuando menos lo esperas, amen
Gloria a Dios por Su inmenso amor para mi vida, y para la de todos aquellos que creén en Su palabra…. Gloria a Dios, Gloria a nuestro Señor y rescatador Jesucristo, y Gloria a Su Consolador Espíritu Santo! que «habla a nuestros corazones, y nos dá el confort y abrigo que nuestra alma necesita! Amén! Gloria a Dios Aleluya!