Diciembre y el dueño de la Navidad
Diciembre y el dueño de la Navidad

Diciembre y el dueño de la Navidad

El mes con que el año se despide trae consigo una belleza y fuerza sin igual. Así como fue pensado también fue creado para albergar el breve destino mortal de Dios con nosotros. Los preciosos años dónde el Cielo caminó en la tierra llegaron en pañales una noche de diciembre. El Cielo señaló su llegada, seguro habrá habido fiesta en los ámbitos celestes.

Cada diciembre lo sobrenatural vuelve a regocijarse en el cumpleaños de Dios. Por fin una fecha cuantificable para celebrar lo inmensurable y eterno. Diciembre es así un mes especial, casi extremo diría. En el hemisferio sur el verano empuja al límite las fuerzas naturales con sus tormentas y un calor sofocante. Al norte la temperatura alcanza records bajos y la nieve tiene su blanco reinado. Las fuerzas y los ánimos de todos también se encuentran en puntos extremos al terminar cada año. Pero la sabia naturaleza reconoce ampliamente la fecha, y resplandece en verdes intensos, soles dorados y el manto blanco refulgente con que la nieve acuna el norte.

Alejándose cada vez más de la tierra, de la naturaleza y de su esencia el hombre ha llenado estas fechas de emociones y sustitutos que en nada le ayudan a reconectarse a su origen. Así exportamos costumbres, asumimos tradiciones y llenamos de ruidos y perfumes extraños la mesa del cumpleaños del Eterno Dios.

Solemos hablar con un amigo que alguna Navidad la pasaremos delante del mar, mirando las olas, recordando de dónde venimos y a Quien nos creó, y es una idea que me encanta. Brindar delante del mar, en honor al Dueño del mar y de la Navidad.

Valoro mucho la familia y las relaciones interpersonales, y me esfuerzo cada día por mantenerlas y afirmarlas. Me encanta armar el arbolito de Navidad y celebrar con los que amo. Pero a veces me hastía tanto comercio y tantas luces que me alejan de tomarme un tiempo para inclinar mi corazón al que ama mi alma y honra mi ser. El Dueño de la Navidad.

Feliz Cumpleaños mi amado Jesús. Cada mañana y cada noche renovaré mi amor y mi dedicación a Ti, que has conquistado la dura tierra de mi corazón para llevarme a la aventura más fascinante que pude haber emprendido: conocerte. En tu día no recordaré al “niñito Dios” del que todos esperan Su mano extendida y un regalo, sino intentaré llenar mi mente y corazón de Aquel que realmente eres hoy: el Eterno, el que brilla más que mil soles, el Omnipotente, el Consejero, el Admirable… Tengo poco para obsequiarte en tu día porque todo es Tuyo, pero con amor te abro mi corazón otra vez, hoy, también te amo.

Texto: Edith Gero

Imagen: Banco de Imágenes Gratis

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