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Amar de nuevo.

«Un novio para mi  mujer» es una película argentina del 2008 que cuenta la historia de  un matrimonio  dónde «el tenso» (apodo del esposo) no aguanta más a su mujer por lo que decide buscar a un hombre que se la saque de encima en vez de confrontarla. Por supuesto «el tenso»  termina bebiendo de su propio chocolate, y al verse solo y reconsiderar, decide volver atrás en sus pasos.

Muchas parejas redujeron la magia al tiempo de conocerse, y luego cambiaron el encanto por palabras duras y reproches que evidencian un profundo desencanto. Poco tiempo después se separan y buscan una nueva pareja con la que suelen repetir el ciclo, hasta que hastiados de fracasar caen en relaciones intrascendentes o en sexo casual. Si bien es lógico que una pareja pueda consolidarse solo si logra atravesar la etapa en que el packaging con que vistió al otro cae y la realidad es visible. también es cierto que las características eternas del amor permiten que se pueda reelegir al otro cada día, y volver a traer la magia inicial porque se elige tenerla, y no la rutina y un carácter agriado

Casi todas las parejas sufren períodos de amargura, tristeza, mal trato y peleas. No logran pasar la etapa de la «cruda realidad» y cambian la dulzura con que cautivaron el corazón del otro por dureza y descuido. Nadie dice que afrontar la realidad sea fácil (y menos un «blanqueo de capitales» o sinceramiento sobre la situación), pero ahí sí el amor es una cuestión de elecciones diarias.  Aún las miles de parejas que se separan amándose pero sin elegir luchar,  pueden aspirar a un reencuentro cuando entienden que si dos quieren, y la Gracia está presente, todo es posible, porque Dios hace nuevas las cosas cada día. No hay historias perfectas, somos humanos que fallamos una y otra vez, pero nuestras elecciones diarias pueden estar destinadas a amar de nuevo, a reencuentros, y no a siempre a dejar y dejar, y dejar.

Y volver a dejar… Entiende por favor que eso que dejas, te dejará a tí mañana. La única forma de que el amor se quede a vivir contigo es que tú siembres permanencia y un esfuerzo que va mucho más allá de si se ponen feas las cosas o no. Aquello que dejamos inconcluso siempre vuelve con fuerza renovada. Y el fracaso que dejamos sin pelear  nos significa un nuevo fracaso  (o una serie de ellos). Siempre es  mejor reelegir, y ser fiel a lo que elegimos. Trabajar duro por la relación, elegir siempre amar de nuevo.

No importa cuan ásperas palabras se hayan dicho o cosas dolorosas hayan sucedido, siempre se puede elegir, amar de nuevo.Así como el río no deja de existir ni se avergüenza por bajar turbio, ensuciar sus costas, o matar sus peces en las crisis hídricas; el amor fue creado desde una naturaleza eterna y tiene una fuerza tal que si solo le damos un voto de confianza a su esencia divina, triunfará una y otra vez. Es su esencia amar hasta el fin.  La expresión del amor -que es en esencia espíritu- en el área almática y emocional puede ser turbulenta y lastimar, pero el amor sigue debajo igual. El respeto, el perdón, la escucha atenta, bajar las barreras, comunicar lo que nos pasa, una ronda de heridas, un tiempo definido para hablar y establecer una comunicación profunda son herramientas que toda pareja puede utilizar antes de plantear una separación o seguir portando barreras invisibles y candados herméticos.

¿Y si se termina por más esfuerzo invertido? Pues hasta para terminar bien una relación es preciso poner todo el esfuerzo posible, por nosotros y por el otro, el amor debe estar presente más allá del fin buscando el mejor «cierre» posible para el otro primero porque así es la ley de la vida. Si se ha dado lo mejor, se podrá tener paz  en enfrentar una nueva relación.

Casi todas las personas se preguntan porqué, siendo tan fallidas y difíciles las relaciones humanas, se siente esa imperativa necesidad toda la vida de encontrar pareja, o porqué una sola persona puede quedarse por años en el pensamiento aunque no se vuelva a verla. Y es porque el amor es la única razón por la que estamos en este planeta, y la única lección que tenemos que aprender, y el Creador utiliza la pareja como una escuela. Negarse a aprender a «conciliar» con lo que amamos, declarar ineptitud en las materias respeto, comunicación, compromiso y perdón sólo lograrán que tales materias sean puestas una y otra vez por delante. Vivimos para aprender a amar, es la escuela de la eternidad,, si no hemos aprendido bien a trabajar, o a ser ricos o bien reconocidos  no seremos juzgados en la final por eso, pero si no aprendemos a amar habremos perdido la única oportunidad de hacerlo.

El amor nunca dejará de ser, y tiene su propia escuela en las relaciones interpersonales, no las eludas, vívelas en profundidad, sé enseñable, respeta, permanece, cuida, habla, y olvida el egoismo ya que al amor solo se lo encuentra amando. Y aunque el resultado de la gestión en el ejercicio de amar no sea el esperado, el tema del amor no pasa por «tener» una persona (porque las personas no son propiedades) sino por aprender. Nadie en este mundo puede decir «amar no es para mí», esquivar el tema no es buena decisión en términos eternos. Amar de nuevo entonces, cada día, no es acerca de tener o recibir, es la actitud con la que estamos dispuestos a enfrentar a las personas, es mejorar la capacidad personal de dar. Espero que las próximas semanas te encuentren listo para atender nuevos desafíos en el área relacional.

por Edith Gero

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Edith Gero es diseñadora gráfica, escritora, consejera bíblica y la creadora de Bahía Esperanza: un sitio amable donde romper el silencio y encontrar herramientas para la resolución de conflictos, más la motivación a un sano crecimiento diario.

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