Crecer
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Ajustes en tu hoja de ruta

A medida que transcurre el tiempo, el ajetreo de la vida te envuelve con su furia y comienza en ti un proceso de desgaste, tanto físico como emocional… el nivel de estrés aumenta por las demandas diarias que tienes, tanto personal como laborales y si no estás renovando tus energías, llegará un momento en que sentirás como que estás perdiendo tu rumbo, una sensación de vacío existencial. Todos en un momento dado lo experimentamos.
Es importante que te detengas, hagas una pausa, reflexiones y vuelvas a retomar “el rumbo” de tu vida con la plena certeza que hiciste los AJUSTES en «tu hoja de ruta».
Fuiste creado con un PROPÓSITO, descúbrelo. Fuiste creado con un POTENCIAL, desarróllalo.
Muchas personas existen solamente. Hay en ellos una carencia de propósito y pasión por las cosas que hacen.
Si te encuentras perdido y sin rumbo, y si me lo permites, quiero pedirte que te traces UNA META; algo que sea importante para ti; que sea difícil, pero no demasiado difícil que pudiese llegar a desanimarte si no lo logras. Eso sí, definida y que tenga un FINAL CLARO, además.
Si no sabes qué hacer puedo sugerirte algún reto físico, como correr por ejemplo. Me gusta este tipo de desafíos porque esto te obligará a dedicarle tiempo en forma regular y podrás ver PROGRESO importantes cada semana. Otra razón por la que lo recomiendo es porque tienen una fecha de finalización clara, en otras palabras, plazos definidos.
Trázate objetivos, aunque sólo sean deportivos, porque estos podrán ayudarte a salir del estado de apatía en el que caes a veces, y ‘arrancar’ en otras áreas de tu vida.
Encuentra tu pasión, lo que amas hacer, y corre con ella. Llegarás a cumplir tus metas si mayor esfuerzo, si te lo propones.
En cuanto a mí, nunca he tenido tanta energía ni me he sentido tan satisfecho como hasta ahora. Lo que he aprendido de mis errores, y de los demás; de mis experiencias y las de otros, desde el punto de vista profesional, es que trabajar regularmente en pos de un objetivo como lo expresé más arriba, le da ese sentido de PROPÓSITO a mi vida, y eso ayuda a que me sienta con mucho optimismo y lleno de energías.
He aprendido a escuchar a mi corazón, a escuchar la vocecita que he sentido dentro que me dice que haga algo.
¿Lecciones que he aprendido en la búsqueda de mi propia felicidad y sentido de propósito? Una de las que considero que más me ha ayudado, ha sido centrarme en aquello que puedo cambiar. He aprendido a ACEPTAR el resto y adaptarme a ello.
Llénate de valor y entusiasmo… Agrega valor a las personas, constantemente, que haciendo esto tu brújula volverá a encauzarte hacia tu Norte.

Texto: Aldo Moller
Imagen: Arnica Sport

Gimnasia del alma

Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento Colosenses 4:2 | NVI
Estoy controlando mi peso. La salud de mi columna vertebral es tan impecablemente mala que unos gramos de más suponen un riesgo y unos kilos de exceso son dinamita para mí precaria estructura ósea.
Este verano nos hemos retirado a descansar a un bonito reducto a orillas del Mediterráneo.
Uno de mis máximos deleites es caminar junto al mar. Soy adicto a largos paseos por la playa. Cuando leo la bella descripción del cielo que hace el libro de Apocalipsis, no me fascinan las calles de oro, lo que me cautiva es el mar de cristal, y albergo la íntima esperanza de que ese mar sea licuado, pues caminar a buen ritmo por la orilla, sintiendo el agua lamiendo mis pies y un sol tibio acariciando mi espalda, es mi placer supremo.
A medida que se agotaban las vacaciones un temor creciente fue haciendo su aparición: la inminente visita a la báscula.
Había intentado ser prudente al comer, pero temí que los pocos excesos del verano se verían, inevitablemente, reflejados en la báscula.
Sentí pánico de ese artilugio acusador… de la cifra que me vomitaría a la cara cuando me aupase sobre esa estructura ensamblada en las factorías del infierno.
Llegó el día inevitable y caminé hacia el peso como quien se dirige a su ejecución. Me encaramé conteniendo la respiración por si el oxigeno pesase. Metí tripa por si eso ayudaba. Posé el Segundo pie lentamente, con infinita suavidad, intentando que la báscula no lo notase, y casi de reojo Leí los dígitos.
¡No podía creerlo!
Me froté los ojos y volví a leer.
¡No había subido de peso!
Busqué una explicación a ese fenómeno paranormal y pronto encontré la respuesta: prudencia al comer y largas caminatas junto el mar, eso había marcado la diferencia. Recorrer kilómetros a buen ritmo, enfrentando la resistencia del agua, había sido una terapia que neutralizó a los pequeños deslices en la comida.

Reflexioné enseguida que lo que ocurre en el cuerpo también sucede en el alma. La gimnasia del alma es la oración. Pocas cosas son tan recomendables como largos paseos por los páramos de la oración, sintiendo el Agua de Vida refrescando nuestros pies y la caricia del Sol de Justicia confortando nuestra alma.

Texto e imagen: Jose Luis Navajo